CON EL CAÑÓN EN LA BOCA

Un espacio para el desahogo, para el ahogo, para la soledad, para la compañía, para perder el control y retomarlo, para perderse completo y reencontrarse a medias, para ser un personaje y ser el autor al mismo tiempo, para gritar desaforado todos los silencios.

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Nombre: Ricardo Hinojosa Lizárraga
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

Comienzo esto a la edad en que otros han terminado todo lo que les quedaba por hacer en vida: Hendrix, Morrison, Janis, Cobain. Que poco pueden parecer a veces 27, cuanto pueden significar en otras ocasiones. Fuera de eso, ya cumplí con los rituales del colegio y la universidad, el de los vanos intentos de socialización, el de la escuela de vida que te prepara para saber adonde no volver, o como extraviarte totalmente en la búsqueda de ser individual y no borrego de modas y antojos circunstanciales. Aunque, a pesar de eso, prosiga ahora como todos, como uno más, ganándome el pan y trabajando, cumpliendo protocolos y horarios, aunque prefiera quedarme en casa, escribir según mi ánimo, darle curso al onanismo (el mental y todos sus hermanos), almorzar cuando no toque, escupir al cielo eventualmente o sencillamente chasquear los dedos frente al público y hacer mi gran desaparición. A pesar de todo eso, estoy aquí, sacando bien, siempre con el cañón en la boca, tentando el número final que me haga perenne.

setiembre 04, 2008

Suite presidencial


A lo largo de la historia ha habido mujeres caracterizadas por su valentía, como Juana de Arco, otras por su fidelidad, como Penélope, y las más desafiantes, como Anais Nin o Simone de Beauvoir, por hacer prevalecer su libertad por sobre todas las cosas. Sin embargo, hay algunas que simplemente pasaron a la historia por su innegable talento para perderse entre las sábanas y los sudores de hombres poderosos, “calentándoles” sus políticas, sus decisiones y sus calzoncillos. A diez años del incidente oral entre Mónica Lewinski y Bill Clinton, aquí un recuento de algunas de las más pérfidas, viles, ambiciosas y hasta fieles, trampas de líderes tan diversos como libidinosos.



Trampa: Dícese de cualquier sistema o dispositivo para cazar animales sirviéndose del engaño. Ej: trampa de cazar ratones; También puede ser un plan concebido para engañar a alguien. Ej: le tendieron una trampa. En buen peruano, asóciese inmediata y espontáneamente a una mujer de casi siempre discutible reputación que incita a un hombre a la infidelidad torpe y comúnmente nefasta.


Bien podrían protagonizar un nuevo volumen del pícaro Decameron de Bocaccio o, porqué no, una segunda entrega de Los Cuentos de Canterbury de Pasolini, gracias a sus atrevidas correrías. También podrían aparecer en una esperpéntica edición del talk show de Laura Bozzo o confesando en algún programa del mediodía como hicieron click con su querido presidente, libertador o primer ministro. Pero la historia no nos permiten acercarnos a ellas tanto como ellas dejaron a ciertos hombres importantes acercarse. Desde la mítica Biblia hasta una encerrona en el Perú del siglo XXI, las trampas aportaron su granito de arena en el mundo que hoy conocemos. A continuación, un brevísimo coitus interruptus con ellas.



Oral en el oval

Incómodamente arrodillada, mientras sentía ampliarse las comisuras de sus labios – impredecible, presidencial, demócratamente – Mónica Lewinski quizás pensaba en que todos esos semestres quemándose las pestañas y sacrificándose en la universidad estudiando sicología, habían valido la pena. Al fin lo había logrado. A sus 22 añitos ya podía decir, - alegre y cachonda -, que tenía al poder agarrado de los huevos. Parece que al buen e incontinente Clinton se le había dado por andar de profesor en el Salón Oval de la Casa Blanca tomándole exhaustivos “exámenes orales” a la becaria californiana quien, qué duda cabe, los aprobaba con estrellita en la frente y sellito de carita feliz en la mano. Este incidente, que bien podría definirse como el fellatio más famoso de la historia, manchó - literalmente - la carrera del hasta entonces intachable presidente norteamericano. La hoy candidata Hillay no vio con ninguna hilaridad el traspiés de su marido. A pesar de ello y fungiendo de MMM – Mujer Maravilla Menopáusica – blindó a su marido contra juicios y críticas. Aparte de devorar bombombunes y hotdogs pantagruélicamente, la siempre adiposa Mónica publicó un libro, fue conductora de un reality show y, de vez en cuando, da tristes charlas ante auditorios sin viagra contando su versión de la historia, con pelos, señales y más pelos. ¡Bill, por favor, tápale la boca de nuevo!.



Don Potencio bíblico

Cuentan las Sagradas Escrituras, en su Antiguo pero no menos libidinoso Testamento, que el muy respetable Abraham, legendario y trashumante patriarca hebreo, considerado hoy en día padre tanto del judaísmo como de los creyentes cristianos y musulmanes, había llegado a los 86 años conservando un matrimonio largo con su mujer Sara, un indisimulable look de Gandalf y ningún hijo. Cómo en esas épocas Alexander Graham Bell aún no había creado ese pretexto para la usura y la incomunicación de claros, nexteles y telefónicas, llamado teléfono, el tío Abraham solía conversar directo en directo con Dios. El barbudo omnipresente le prometió, por la Sarita, que tendría un hijo pronto y que sería considerado padre de millones, pero el anciano hebreo vio que con su mujer no lo lograría. Entonces, su criada Agar le pareció más apetitosa que nunca, y como si fuera la última Coca Cola del desierto árabe, se la bebió de varios tragos, recobrando un vigor juvenil inusitado, dejándola preñada, con la venia de Dios. A Agar (quien sabe si de ella proviene la palabra agarre) puede considerársele la primera trampa oficial de la historia. La novela no acababa ahí: de ella nacería Ismael, pero como Sara, la firme, pudo concebir a Isaac tiempo después a sus casi 100 años, criada e hijo fueron desterrados de inmediato. Isaac engendraría 12 hijos que formarían las 12 tribus de Israel. ¡Pasitas del mundo, uníos en procreación!



Se vio con Manuela

Nadie sabe hasta donde puede llegar el poder de una mujer enamorada. Su potencia es la de cien mil potros a galope tendido. Vence la distancia, su corazón desbocado pasa como loco encima de ríos, mueve montañas y sigue el caracoleo de sus pezuñas retumbando. La vital descripción de Elena Poniatowska, no hace sino confirmar la pasión que movió a Manuelita Sáenz apenas conoció al libertador Simón Bolívar. Este caso se muestra rotundamente distinto al resto. Aquí, el insigne Bolívar no funge de líder putañero o de dirigente regional prostibulista, sacavueltero y tramposo. No. Simoncito cayó enamorado tan fácilmente como un personaje de Gabo viendo ascender al cielo a Remedios la Bella. Fue Manuelita Sáenz la que abandonó a su marido por él. “Siempre se entregó por pasión. Nunca tuvo aventuras pasajeras. Tampoco alberga la ilusión de que Simón Bolívar se case con ella. Eso sí, lo cela porque Bolívar es mujeriego y aunque pequeño de estatura y con una nariz larga como un cuchillo, ejerce un atractivo inmenso sobre las mujeres que le echan largas miradas luminosas e intencionadas. El poder es un afrodisíaco”. Y la Poniatowska vuelve a acertar. A pesar de que el nombre de Manuela Sáenz fue siempre agraviado y las cartas íntimas, diarios y documentos que la unieron al libertador fueron ocultados por más de 100 años, el coraje y la lealtad que ella le mostró en muchos momentos de la carrera independentista son innegables. Incluso, en determinado momento lo salvó de una conspiración que lo llevaría a la muerte segura, poniendo el pecho por él, lo que mereció que luego el mismo Bolívar la llamara “La libertadora del libertador”. Quien fuera considerada por muchos estudiosos como la más importante mujer de la historia de Latinoamérica, estuvo a su lado los últimos 8 años de su vida. Cuando él murió, Manuelita quiso hacer lo propio, dejándose morder por una serpiente, a la manera de Cleopatra, pero sobrevivió. Sus últimos días los pasó administrando un pequeño bazarcito en nuestra piurana Paita (donde fue visitada por ilustres como Herman Melville y Giuseppe Garibaldi) hasta que una epidemia de difteria la venció a los 59 años, en 1856. Casi 100 años después, Neruda escribiría un libro sobre ella y hace unos años también se hizo una película de su vida.


El Sumo Pendejo

Si decimos que están entre los hombres más poderosos del mundo, aunque desde hace unos años se dediquen más a viajar, besar los suelos de aeropuertos, proteger a curas pederastas y pedir que se acabe la pobreza en el mundo desde su lujosísimo castillo de Castelgandolfo, no nos equivocaremos. Un Papa ha sido desde el auge del cristianismo alguien con mucho poder, y lo era sin duda cuando un hombre como Rodrigo Borgia pasó de ser influyente cardenal a convertirse en Sumo Pontífice con el nombre de Alejandro VI, allá por 1492. Durante su papado no solo hizo gala de una capacidad alucinante para seguir al pie de la letra las enseñanzas políticas de Maquiavello, sino para rodearse de numerosas mujeres, no precisamente monjas. Cuando cardenal, Vanozza dei Cattanei fue su más fiel amante, dándole 4 hijos (entre ellos la apasionada Lucrecia y el intrigante César); cuando Papa, fue Giulia Farnese el objeto de su pontifical deseo. Peor no fueron las únicas amantes con las que escandalizó al clero más puritano de Roma. Era evidente que Borgia quería multitud de hijos para facilitar su apetito político y asegurarse un poder cada vez mayor. Como queda claro, no hay aquí una amante protagónica, pues lo más destacable es la afición del Papa Borgia por la degustación variada y constante. La verdadera trampa era él mismo. Nunca el Vaticano fue más pornográfico que con el pendenciero Alejandro VI.



Happy Birthday, Mr. President

Desde sus hermosos y otrora deslumbrantes ojos, el cadáver de Marylin Monroe le enviaba una última mirada a ese sueño de amor imposible que construyó con John F. Kennedy, dedicándole otro lastimero Happy Birthday, Mr. President, pero esta vez desde el más allá. Soledad, pastillas para dormir, barbitúricos, la CIA, el mafioso Sam Giancana, John y Bobby. Nadie sabe de verdad quién mató a Marylin, pero ya casi nadie puede ocultar el affaire entre el presidente norteamericano y la despampanante estrella de Hollywood. En su momento, el tema fue un secreto a voces en la Casa Blanca y hasta en Norteamérica. La única que pareció (o fingió muy bien) nunca saber nada fue Jackie Kennedy, que seguro ni se ruborizaba frente al televisor cuando se recordaba el triángulo amoroso que su esposo John vivía al lado de la bomba rubia y de su hermano Bobby. Ambos morirían asesinados tiempo después, llevándose el secreto a la tumba. Y es que los Kennedy, qué duda cabe, las prefirieron rubias.



My Sweet Lord

Si hay algo que uno tiene que cuidar con especial celo cuando se tiene un cargo político en Gran Bretaña, es su reputación (sobretodo si eres del Partido Conservador ¿no crees?). Si hay algo que no debes hacer para mancharla es tener un tórrido romance fuera de tu aparentemente ejemplar matrimonio. Y si hay algo que debes evitar de cualquier modo, es que la sujeta de 19 años en cuestión sea una terrible de aquellas que, muy bien remunerada por cierto, arrasa con el mercado masculino de los poderosos y que, para colmo, uno de ellos sea de la KGB, en plena Guerra Fría. Pero John Profumo, ministro de Defensa británico en los años 60, metió la pata decidida y casi sistemáticamente en cada una de las premisas anteriores. Christine Keeler era el nombre, no de batalla, pero sí de foraja, de la pesadilla femenina del señor ministro que le hizo honor a la fonética de su apellido, resultando killer para Profumo, para su partido y para el característico aburrimiento de la política encopetada de los lores. El galifardo John fue destituido del cargo “por poner en peligro la seguridad del país”, no sin vivir un escándalo que ya quisiera Tula para seguirse promocionando. Keeler escribió una autobiografía muy bien vendida, en la que ventiló, detalle a detalle, las más caletas intimidades ministeriales. Mientras todos se derrumbaban alrededor de ella, la ambiciosa jovencita hizo fama y dinero. Luego se pasó de viva declarando mentiras, pasó un tiempo en la cárcel, se casó, se divorció y promete más memorias, sobretodo tras la muerte de Profumo, en 2006.


Ni perra ni chola

Según muchos historiadores, entre los que podemos encontrar a Raúl Porras Barrenechea, Micaela Villegas, quien pasaría a la historia por el apelativo que le puso su poderoso amante, el virrey del Perú Manuel Amat y Juniet, ni era una arrebatada mestiza huanuqueña ni una arribista ambiciosa y engreída. Según Porras, La Perricholi era una actriz de teatro talentosa en la comedia y pertenecía a una familia blanca lo que se dice “venida a menos”, además de ser una doncella culta que recitaba de memoria clásicos como Lope de Vega. De todos modos, es encantador para la tradición y el chisme nacional pensar que tenía algo del personaje que Mónica Sánchez interpretó hace unos años en una recordada miniserie. Sin embargo, habría datos ciertos en la leyenda. Una tradición dice que el Paseo de Aguas del Rímac fue construido por Mañuco Amat en honor a su belleza y picardía. Cuando el enamorado virrey le cae, Miquita le dice que ya pes, siempre y cuando le ponga la luna a sus pies. Presto Manuelito ordenó entonces la construcción del mencionado paseo. El monumento se alimentaba de las aguas del río Rímac y terminaba en una cristalina alberca. Ya concluida la obra, una noche de luna llena, Amat invitó a la Perri a contemplar su obra y ver a la Luna a sus pies. No se sabe con certeza de donde salió el apelativo que da fama a este romance de bombachas, pero sí que tuvieron un hijo, Manuel Amat Villegas, uno de los firmantes del acta de Independencia del Perú. Joder virrey, ¿Cómo te quedó el ojo?


Come on Camila

Cuando sus ya patigalludos ojos se miran coquetos en su cama real, “Fred” y Gladys”, - como se llaman en privado, evitando el siempre vomitivo cuchi cuchi – Carlos y Camila agradecen silenciosamente a la fatalidad que se haya llevado a Lady D para dejarles el camino libre. Desde que en 1972 Camila le recordara a Carlos que una bisabuela de ella había sido la amante de un tatarabuelo de él, con un pituquísimo juego de polo como telón de fondo, nació el amor. Diversas circunstancias evitaron que prosperase, Camila se casó en el 73 y Carlos tuvo la “boda del siglo” con Diana Spencer iniciando los 80. El idilio parecía acabado hasta que Lady D afirmó en una entrevista que "había tres personas en su matrimonio". Después de su fallecimiento, la otrora trampa fue convirtiéndose, poco a poco, en la firme, la flaca que le presentas a tu mamá y a tus hijos antes de sacarla a pasear formalmente. En el 2005 Fred y Gladys – o Carlos y Camila – se casaron. La trampa podría convertirse en poco tiempo en la nueva reina de Inglaterra. Chupen y digan que es menta.

Sana y sagrada

Aparte de Melodys, elianes, chakanas, Torres Cacllas, etiquetas azules y otras perlas, el más preclaro heredero de Pachacútec, nuestro último inca, Alejandro Toledo, fiel a la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo, se buscó a la chola power más sana y sagrada de toda nuestra ilustre Policía Nacional. Nunca quedó bien claro si solo fueron arrumacos, pulseos de calentones que no llegan a nada, o la inédita conquista de un territorio nuevo para resucitar el incanato, pero de que pasó algo con la muy tacuchi Lady Bardales, pasó algo. No sabemos si solo fue una escolta o si “es colta” fue lo que le dijo al cholo ni bien vio el cetro tahuantinsuyano con que la intentaría someter. Lady B está acusada - y prófuga - por tráfico de influencias, y por ciertos beneficios económicos que lograron el milagro de que con sus 600 soles de sueldo, comprara casas por más de 40 mil dólares al cash. Es que a la Policía, se le respeta. Toledo engrosó la lista de hombres de poder peruanos, que pierden la cabeza por una falda. Sino, que Jacqueline Beltrán y Vladi me desmientan.


NOTA: Artículo publicado en el N° 10 de la revista Dedomedio (incompleto por cuestión de espacio)