CON EL CAÑÓN EN LA BOCA

Un espacio para el desahogo, para el ahogo, para la soledad, para la compañía, para perder el control y retomarlo, para perderse completo y reencontrarse a medias, para ser un personaje y ser el autor al mismo tiempo, para gritar desaforado todos los silencios.

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Nombre: Ricardo Hinojosa Lizárraga
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

Comienzo esto a la edad en que otros han terminado todo lo que les quedaba por hacer en vida: Hendrix, Morrison, Janis, Cobain. Que poco pueden parecer a veces 27, cuanto pueden significar en otras ocasiones. Fuera de eso, ya cumplí con los rituales del colegio y la universidad, el de los vanos intentos de socialización, el de la escuela de vida que te prepara para saber adonde no volver, o como extraviarte totalmente en la búsqueda de ser individual y no borrego de modas y antojos circunstanciales. Aunque, a pesar de eso, prosiga ahora como todos, como uno más, ganándome el pan y trabajando, cumpliendo protocolos y horarios, aunque prefiera quedarme en casa, escribir según mi ánimo, darle curso al onanismo (el mental y todos sus hermanos), almorzar cuando no toque, escupir al cielo eventualmente o sencillamente chasquear los dedos frente al público y hacer mi gran desaparición. A pesar de todo eso, estoy aquí, sacando bien, siempre con el cañón en la boca, tentando el número final que me haga perenne.

setiembre 21, 2006

Como seguir mientras todo pasa


El entusiasmo cae como una bolsa desde un décimo piso. Las columnas de la noche se derrumban frente a mi ánimo de Harry Dean Stanton en París, Texas. Travis encerrado en su silencio de molusco, ajeno al holocausto que mordisquea las calles tras su ventana en la madrugada limeña. Hace más de un mes inicié esta vida paralela a la que debería haber mantenido con constancia, pero mírenme ahora, dándole respiración boca a boca desesperado, atento a la reacción propia que la haga levantarse y andar. Ahogándome sin darme cuenta que el mar que me asfixia soy yo mismo. Blog mío que estás por los suelos, petrificado sea tu nombre durante el tiempo que te dejé solo. Un mes y sus días, un mes más heridos y muertos. Syd barret, Naguib Mahfuz, Glenn Ford, Oriana Fallaci, Steve Irwin. Diabetes, vejez, cáncer, mantarrayas. Cuántas maneras hay de morir buscándonos por el mundo todos los días, al doblar la esquina y que pocas maneras encontramos de vivir y sentirnos contentos. Pero hoy he vuelto. He vuelto porque sigo buscando. Porque hay que buscar enlaces consigo mismo en un mundo que te separa constantemenete de lo que eres, que te desdobla sin ánimo metafísico, más bien mortal, como de pescador arrancando al pez de sus entrañas para obtener la comida que EL quiere.

El tema de Syd Barret me tocó hondo, hasta el recuerdo más lejano de mi primera escucha del The Piper at the gates of dawn, hasta la anécdota de un amigo que vive en Londres y que dijo habérselo encontrado en un bus o en el metro o que se yo: "Hey, ¿no eres tú Syd barret?- No, hijo. Yo ERA Syd Barret". Paró el bus. Bajó. Fin de la historia. Después de la promiscuidad de sentimientos, una lágrima avergonzada y calata salió del hotel de mis ojos.
En cuanto a Mahfuz y Glenn Ford la cosa es más clara. Si estás en base 9 no hay muchos proyectos a largo plazo que puedas emprender, a no ser asegurarte una cómoda tumba o frotarte los ojos cada nuevo día que vivas para comprobar que sí, que es verdad, que como decía la mamá de Borges, Dios también es viejo y en su Alzheimer gravísimo, olvidó recogerte por enésima vez. Al menos el egipcio pudo mirar el Nóbel que tiene en su vitrina una vez más antes de exhalar, porque Glenn con el Oscar nunca la vio. Seguro que en la última de esas muecas de cinismo tan bien recordadas, imaginó a la Academia en pleno vestida de Gilda y él cacheteándola eternamente. Mito de Sísifo en un remake hollywoodense.
Ahora me pongo a pensar como son las casualidades. Qué poco originales son los sentimientos que sirven de motor al mundo. Mi habitación, mi cama, mi ventana cerrada, mi computadora, mi música y fuck the world. Qué lejos Oriana, qué lejos estábamos, pero cerca estaban nuestros encierros. Qué pobre petulante me siento al tutearte sin haber sido entrevistado por ti, sin siquiera haberte cargado la grabadora o la cámara fotográfica, aunque quizás en un sueño sí. "Occidente revela un odio por sí mismo que es extraño y sólo puede ser considerado patológico; Occidente ya no siente amor por sí mismo. En su propia historia solo ve lo que es deplorable y destructivo, mientras que no ve lo que es grande y puro", dijiste en mayo al The Wall Street Journal en tu última entrevista y más que hablar del planeta, parecías estar hablando del oriente y el occidente que cohabitan en cada individuo. Es mi teoría utópica. Recuerda que esta madrugada limeña no soy más que Harry Dean Stanton en París, Texas. Entusiasmo que cae como una bolsa desde un décimo piso.
Es hora de dormir. Y no es que me olvide de Steve Irwin, pero sé que el me acompaña junto a los cocodrilos del sueño.
2 y media de la madrugada en Miraflores, Lima, Perú.
7 de la mañana en mi corazón con legaña.