Veintiocho
28 años. Sí carajo, 28 veces sentado aquí y tratando de reducir los recuerdos a flashbacks que se esfumen y lloren al lado de las piedras, al lado fauno que se ata a su flauta desde la cumbre de su falo cibernético. Los delirios no son casualidad, de ninguna manera. Aquí no hay casualidades, aquí hay enfermedades, cumbres solteronas de la soledad y el empobrecimento sistemático de las funciones rígidas del hombre. Manos sacadas de pronto de entre otras manos, cuando no desean que onanistas articulaciones, imitaciones de pubis, deslicen sus humores sexuales en el cetro feudal que tengo entre las piernas. Imágenes idiotas que someten juntos fantasía y realidad, la cinematográfica membrana de mi psicodelia de eléctrica textura, la anestesia más maniática del universo longitudinal que le entrometo al mundo por el culo.
Verdad suena manido ya. Estrépito y sonido mentira. Estampidas aladas en que bestias infames nos desangran en un porque. El cerebro se aconeja de tanto hueso roído lamido en demencia, cercenado en demencia. El cerebro demente raído por la epilepsia de mañanas y noches completas en cada grieta de sus culminaciones. El escupitajo mayor que vuelve del cielo para bendecir en su verde espesor de sinsabores, sangres, lunas llenas y llunas lenas, sueños saltimbanquis que araño en el calamitoso caer de mi estructura; son vueltas de 180 grados a la fotogenia infame que me cuelga hoy en todo mi gesto de muerte.
(son 28 gestos de muerte)
2 Comments:
Eso no tuvo ningún sentido (aún en medio del proceso de estar con el cañón en la boca) hasta leer el final tímidamente encerrado entre paréntesis.
Eres genial. Como un cañón en la boca al terminar el día. Como un amigo cercano y distante. Cercano al corazón y distante al olvido.
Te quiero mucho.
N.
ya estás bien vieja.
jsz.-
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