Cosas que hacer en Lima cuando estás muerto
Resignación inmediata y total. Si pues hermano qué le vamos a hacer, si tu cadáver está tirado a tu lado pero tú que estás transparente y espectral te pareces más a ti que esa mancha de sangre en que se convirtió tu cuerpo tras el choque. Ya fue, ya fuiste. Nunca llegaste a verle el rostro de nuevo a tu amante pues el pavimento se lo devoró de una sola mueca, por ir contigo a 100 por hora y no ponerse cinturón. No te preocupes, tu mujer no podrá hacerte nada, aunque tu mano fría aún guarde el olor de la entrepierna de tu acompañante. Resígnate a quedarte con la miel en los labios por la eternidad, e intenta una masturbación mental con la flama o la nube que prefieras, pues para los muertos es imposible follar, para que te vayas enterando. Solo erectan el cielo y el infierno que sus principios y finales procrea.
Turismo de aventura. Engendro natural de la muerte, la falta de destino del ausente lo ampara de cualquier peligro. Ergo, sin destino no hay nada que te pase. No peligra tu alma más de lo que peligró tu cuerpo. Asume tu condición de voyeur eterno y ve a conocer el mundo. Intenta maromas y piruetas de fantasma para que, por si vuelves, cuentes tu trip con pelos y señales, ofreciendo pruebas fehacientes de la certeza de tu condición de muerto y un test de drogas que manifieste que no has hecho experimentos. Muerto entra a la catedral y ráscale la nariz al cardenal mientras da la misa, a ver si entre patraña y patraña su estornudo salpica un poco de verdad. Toma fotos fantasmales del momento y has un álbum que pueda proyectarse desde los ojos de los ciegos.
Vida social. Asiste a cuanta reunión post mortem te inviten. Sí hermano, ¡socializa por una vez en tu…muerte! Intenta cruzarte con buenos contactos y siéntate en las mesas de los comensales más célebres. Guíñales el ojo y ensaya un coqueteo pseudo intelectual, sólo si es necesario. Intercambien muecas de deseo, tóquense e intenten sentir las lenguas que alguna vez, cuando fueron cuerpos, tuvieron en sus bocas, has un escándalo de antología y, si eres tan rosquete que me has hecho caso y has llegado hasta ahí, deja que te follen todos los asistentes y muere de nuevo. Por lo contrario, si evitaste seguir mis instrucciones, mira hacia la nada y recuerda lo bueno que era tomarse unas cervezas con los amigos. Lo bueno que era y tú, que ya no eres.
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