CON EL CAÑÓN EN LA BOCA

Un espacio para el desahogo, para el ahogo, para la soledad, para la compañía, para perder el control y retomarlo, para perderse completo y reencontrarse a medias, para ser un personaje y ser el autor al mismo tiempo, para gritar desaforado todos los silencios.

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Nombre: Ricardo Hinojosa Lizárraga
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

Comienzo esto a la edad en que otros han terminado todo lo que les quedaba por hacer en vida: Hendrix, Morrison, Janis, Cobain. Que poco pueden parecer a veces 27, cuanto pueden significar en otras ocasiones. Fuera de eso, ya cumplí con los rituales del colegio y la universidad, el de los vanos intentos de socialización, el de la escuela de vida que te prepara para saber adonde no volver, o como extraviarte totalmente en la búsqueda de ser individual y no borrego de modas y antojos circunstanciales. Aunque, a pesar de eso, prosiga ahora como todos, como uno más, ganándome el pan y trabajando, cumpliendo protocolos y horarios, aunque prefiera quedarme en casa, escribir según mi ánimo, darle curso al onanismo (el mental y todos sus hermanos), almorzar cuando no toque, escupir al cielo eventualmente o sencillamente chasquear los dedos frente al público y hacer mi gran desaparición. A pesar de todo eso, estoy aquí, sacando bien, siempre con el cañón en la boca, tentando el número final que me haga perenne.

agosto 14, 2008

Él le iba al Necaxa



Desempeñó multitud de oficios: vendedor de aguas frescas, carpintero, peluquero, globero, lechero, mecánico, vendedor de confetis, yesero, zapatero, desplumador de pollos, maestro de obras, peón, ropavejero, cantante, guitarrista, fotógrafo, pintor, jardinero, vendedor de churros, ebanista y hasta representante artístico de jugadores de yo-yo, pero ninguno le fue tan difícil como hacer de Ramón Valdez fuera de los sets de televisión, esa vecindad del Chavo que no valdrá ni unos centavos, pero que era linda de verdad.

- Chavo: “Ron Damon, ¿su abuelita es muy resbalosa?
-
Don Ramón (preparando el coscorrón) ¡Toma!
- Pipipipipi…
- Y no te doy otra nomás…porque a mi abuelita le decían mantequilla


No todos tenemos el privilegio de nacer rodeados por la locura, o por la genialidad, que muchas veces es lo mismo. No todos aprendemos a sonreír de una manera única y a crear un repertorio propio de muecas y tics, teniendo como vecinos de cuna al Loco Valdez o al genial y ya casi mítico Tin Tan, sus hermanos. Y es que sencillamente no todos nacemos destinados a tener ese touch de gloria del que hablan algunas canciones. Pero Ramón Valdez sí. Incluso un touch especial que lo hace magnífico, más allá de su vida y de su muerte. Heredero privilegiado del talento histriónico familiar, secundando al ya mencionado Tin Tan o hasta a Pedro Infante en algunas películas antes de empezar su larga colaboración con Chespirito, no fue sino hasta que ese ser flacuchento, su característico sombrero de mezclilla celeste, su añeja camiseta azul y sus jeans de mil batallas configuraron al personaje entrañable, conmovedor y atemporal, que logró la fama que lo mantiene vigente en la memoria colectiva, tras casi 40 años de creado.

Conocido por los siempre carismáticos personajes de la vecindad de El Chavo como lombriz de aguapuerca, cara de mono con reumatismo, tripa escurrida o patas de chichicuilote, Don Ramón se ha ganado un lugar en el parnaso de los iconos pop de Latinoamérica, si es que acaso ese parnaso existe. Por lo menos en nuestro país comparte con el Ché Guevara los primeros puestos en la venta de polos y souvenirs en los mercados underground, léase Quilca y galerías Brasil, y eso ya es un síntoma importante. Por ejemplo, ya es clásica esa imagen que, bajo el título de The Ramones, muestra al esmirriado papá de la Chilindrina reemplazando a cada uno de los integrantes del famoso combo punk. Ramón Ramone rules, qué duda cabe.


¿Qué pasó, qué pasó?, ¡vamos ay!
“Yo creo que Ramón Valdez ha sido mi cómico favorito. Nadie me ha hecho reír tanto como Ramón Valdez”. Si bien la categórica frase podría haber sido pronunciada por cualquiera de los millones de televidentes que El Chavo del 8 tuvo y tiene alrededor del mundo, el hecho de que haya sido el mismísimo Roberto Gómez Bolaños quien la diga, refuerza su valor. El fue quien, a fines de los años 60, vio a Ramón Valdez protagonizando unos sketches en la televisión mexicana y creyó que su presencia sería valiosa para el show que estaba creando en ese momento. Iniciaron sus colaboraciones cuando Valdez interpretó al Ingeniebrio Ramón Valdez Tirado Al-Anís en Los Súper genios de la mesa cuadrada (1971), una delirante serie cuyos capítulos fueron transmitidos muy tímidamente aquí en Perú. Al comienzo del programa, María Antonieta de las Nieves, la futura Chilindrina, lo presentaba de esta manera: "Afortunados ciudadanos del mundo entero, habitantes, habitantas, habitantitos y habitantitas del mundo entero, amigos televiciosos del mundo entero, tienen ustedes el gran honor de ver y escuchar el programa cultural más mejor y menos peor de todititita la televisión universal: 'Los Supergenios de la Mesa Cuadrada', que responden a las preguntas del público televidente haciendo honor a su lema: PROBLEMA DISCUTIDO, PROBLEMA RESOLVIDO...". El dichoso ingeniero que encarnaba Valdez era un genio constantemente pasado de copas que servía de vehículo para algunas de las muecas que luego serían inmortales. Luego, la historia se fue escribiendo sola. El Chavo del 8 empezó a transmitirse poco tiempo después llevando a la fama universal a todos sus personajes y con ello a su protagonista y creador, Roberto Gómez Bolaños. Sin embargo, él mismo defendía el talento de Valdez al decir que si bien los personajes eran invención suya, Monchito era el único al que solo le bastaba ser él mismo para definirse en escena.



“Ningún trabajo es malo; lo malo es tener que trabajar”
Don Ramón es considerado hoy en día casi como un filósofo popular. La sencillez de su personaje, sus mil maneras de intentar ganarse la vida para alimentar a la Chilindrina, su recurrente evasión al pago de los 14 meses de renta que le debió eternamente al Señor Barriga, su aspecto de víctima al ser constantemente fastidiado por Quico y por recibir incontables cachetadas de Doña Florinda, y hasta su más que evidente mal humor, hicieron de él probablemente el personaje más querido de la vecindad. “Cuando Ramón Valdez interpretaba a Don Ramón llenaba la pantalla con su simpatía y a los que tuvimos el placer de trabajar con él nos llenó la vida de alegría con sus ocurrencias”, aseguró María Antonieta de las Nieves, con lágrimas en los ojos, en un reciente homenaje realizado en México al programa, a sus protagonistas y a su creador. Ella lo quiso en la vida real como a un padre, tanto como Angelines Fernández, la Bruja del 71, lo quiso como un maravilloso amigo. Cuando Ramón Valdez falleció ella fue la que más horas permaneció frente a su féretro. “Mi rorro, mi rorro”, era lo único que, según se cuenta, atinó a sollozar en medio del dolor.

Pero no todas las historias comienzan por el final. Ramón Gómez-Valdez Castillo, como realmente se llamaba el actor, nació para la gran vecindad que es el mundo en Ciudad de México, el 2 de setiembre de 1923. Germinó con los ojitos verdes, pero jodidamente feo. Cualquiera creería, incluso, que ya tenía el bigote puesto. A pesar de ello, se las ingenió para tener 3 esposas y 10 hijos. Desde sus primeros años mostró su vocación donramonesca, dedicándose a los más descabellados oficios, entre ellos los de cuidador de yates y capataz de granja (al menos, nunca se dedicó a probar colchones, como Capulina). Más tarde, cuando su hermano Germán alcanzó la fama absoluta - solo superada en la época por Cantinflas- como Tin Tan, su carrera en el mundo artístico empezó a brillar. Luego su otro hermano, Manuel, conocido hoy en día como “El Loco Valdez”, también lograría el éxito y el reconocimiento como showman. Incluso, a inicios de los 70 y tras un casi clandestino affaire con la reconocida Verónica Castro, engendraría al inexplicable cantante de horrores como “Azul, como el mar azul”. Sí, le duela a quien le duela, Cristian Castro debería llamarse en realidad Cristian Valdez, pero esa es otra historia.

A pesar de haber interpretado distintos personajes a través de una carrera cinematográfica de más de 50 películas, Ramón calificó alguna vez su participación en El Chavo del 8 como “los años más felices de mi vida”, aunque fuera de la pantalla y una vez terminada dicha etapa, jamás pudo desprenderse de su personaje. Él mismo comentó que tras abandonar El Chavo solo tuvo 4 ofertas de trabajo, y las 4 eran súplicas de Chespirito para que volviera a su papel en la vecindad. Sin embargo, las crecientes tensiones dentro del elenco y los dimes y diretes lo terminaron alejando definitivamente. Con su salida, otros sketches de Chespirito, como el Chapulín Colorado o el Chómpiras, también perderían extraordinarios personajes caracterizados por Valdez, como el Peterete, el Pirata Alma negra, el Tripa Seca o el siempre recordado Súper Sam.


Mà, pos ora?
Siempre se dijo que el buen Don Ramón era un zángano consumado. Doña Florinda no se aburría de criticarlo, asegurando que era un bueno para nada, aunque La Bruja del 71, Doña Cleotilde, lo acosara constantemente. Pero Ramón Valdez, como ya se dijo (¿o se dijo de Don Ramón?) se las ingenió de mil maneras en mil empleos distintos y hasta se dio tiempo para sus aficiones y pasatiempos favoritos. ¿Qué deportes practicó Don Ramón? Se cuentan, según su propio testimonio en diferentes episodios, el fútbol americano, el boxeo, fútbol, bolos y béisbol. Incluso fue torero. Claro, con toros de madera. ¿De que equipo era hincha? Tanto en la vecindad como en la vida real, gritaba con especial euforia los goles del Necaxa. ¿Qué canciones le gustaban a Don Ramón? Como todos los fans de la serie saben, lo conmovían las canciones viejas, pero las bonitas. Porque hay viejas feas, sino miren a la vieja chancluda.

Otra singular coincidencia con su personaje era la sencillez y humildad. Cuenta uno de sus hijos, en una entrevista que pueden encontrar fácilmente en Youtube, que su indumentaria cotidiana era prácticamente igual a la de su personaje, por lo que no era nada difícil reconocerlo en la calle. Además, era muy aficionado al calor de la gente, por lo que disfrutaba más que su propia esposa ir al mercado a hacer las compras del mes. A pesar de ser una persona bromista y extrovertido con sus compañeros de trabajo y su familia, y reservada ante los desconocidos, le gustaba ser identificado en la calle, firmar autógrafos y compartir momentos con los niños. No debemos olvidar que fue el Perú uno de los últimos países que visitó con su circo itinerante con el que deleitó a un sinnúmero de infantes que hoy deben recordarlo con una gigantesca sonrisa, como la que él mismo tenía.

“Nuestro padre era un gran personaje dentro y fuera de la pantalla, un tipo súper amoroso – afirmó en una entrevista una de sus hijas – En sí, fue como una madre, pues él era quien nos daba la leche en la madrugada, el que nos cambiaba los pañales, nos hacía pasteles y hot cakes. Lo que pasa es que nuestra madre siempre se quedaba dormida”. Quizás a veces, en esas horas de preocupación y desvelo, el mismo Ramón se pensaba un quijotesco y viudo Don Ramón, luchando contra salvajes molinos para conseguirle alimento a sus chilindrinitas.

Con permisito dijo Monchito
Tras retornar momentáneamente al Chavo a inicios de los 80, Don Ramón siguió lo pasos de su amigo Carlos Villagrán, Quico, hacia Venezuela. Allí hicieron Federrico (1982) y ¡Ah Que Kiko! (1987) donde interpretó a Don Moncho y a Don Ramón nuevamente, aunque al fin y al cabo, los dos eran lo mismo, a pesar que ya nada fue nunca igual. Federrico no tuvo gran aceptación y fue cancelado, mientras que ¡Ah Que Kiko! se convertiría en su testamento audiovisual, pues fue durante las grabaciones de esta serie, interrumpidas eventualmente por las numerosas giras que realizaba por varios países, que a Ramón le diagnosticaron un incurable cáncer a la médula. A pesar de ello, cierta imprudencia ribeyriana lo hacía seguirse prendiendo puchitos mientras estaba ya internado. Muy a pesar suyo, hace casi 20 años, un 9 de agosto de 1988, se lo llevó el chanfle. Y entonces, sus jeans de mil batallas, sus míseras zapatillas estilo súper reno, su añeja camiseta azul y esa gorra celeste de mezclilla que serían su sello personal, lo escucharon decir, solitarias, casi como en el nostálgico momento final del episodio de Acapulco, “Con permisito, dijo Monchito”.

- Buenas noches, Chavito.

- Buenas noches Ron Damón, que duerma bien.


ROCK RAMON

Don Ramón, demostrando su vigencia, ha inspirado este tema que, cantado a intenso ritmo punk, perpetró una banda chilena, llamada Los Mox.

Rindo tributo a nuestro patrón

Fue boxeador pero nunca pegó

Él no era bueno para pagar las cuentas

Siempre debía 14 meses de renta

Yo admiro a Don Ramón

Flaco tatuado, el más chingón

La bruja de mierda siempre te acosó

Doña Florinda siempre te humilló

Jirafales en menos te miró

Y el hocicón de Quico siempre te acusó

Yo admiro a Don Ramón

Flaco tatuado, el más mejor

Es mi maestro Don Ramón

Por ti me tomo este ron

El rascabuches, Peterete y Don Ramón

Siempre serán mis fuentes de inspiración

Te grito para que me escuches donde estés

Hoy te saludo gran Ramón Valdez.


2 Comments:

Blogger noseasloco said...

qué genial este texto... yo también soy fanático de Don Ramón y el chavo del 8...

saludos

9:30 a. m.  
Blogger Clau said...

Viste que estoy en clara desventaja??? jajajaja!!!

En mi próxima vida naceré periodista para mandarme un post tan notable :)

Grande Don ramón!!

Besos!

3:27 p. m.  

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