Anticucho de Corazón
Otro San Valentín solo. Uno más y en realidad no me preocupa demasiado cuanto va la cuenta o cuantos anticuchos de corazón ha consumido de mi el inefable público femenino. Apenas un mensaje de amistad en mi celular y varias llamadas que prefiero no recibir infartan a mi pobre teléfono. Y nadie se acerca a mi habitación, aunque esta trinchera sea sólo custodiada por las tropas de la soledad: El Almirante Depresión, el Capitán Nostalgia y el Soldado Tristeza (El Comandante Amor Seguro quiso traer a su pelotón, pero sus soldados estaban desnudos y avergonzados).
Entonces, tuve que conformarme con pasar el resto del día en casa, alquilar unos recuerdos y comerme el Pop Corn de la memoria-ironía mientras trabajaba mi cabeza, mientras habitaba por unos segundos nuevamente mi pasado conectándome a la Matrix de un MSN imaginario que no bloqueara a nadie y diera acceso a lora a cualquier falda que en tiempo pretérito me hubiera hecho –literalmente- bailar tap en patines, estonearme de solo mirarla o vivir la love story completa en un segundo de ensoñación. Acelerados e innumerables flashbacks caían sobre mi como páginas de un libro caen sobre sus propios números al cerrarse, imponentes. Escenas que no tenían la más mínima relación con lo que veía en mi televisor, pero que sin embargo eran significativas en mi “Curriculum Lover”, en el Historial Clínico de ese virus hirviente de sangre invisible que – tibios nosotros - tan solo atinamos a llamar amor.
Recordaba no solo rostros, nombres, faldas, escotes, buenlejos, planchasquemadas, ayquericos y otros, sino que además las sensaciones, los styles, la attitude, el charm de cada chica me eran casi palpables por algunos instantes. Caí vencido por las visiones y mi cama era el lecho fúnebre que me veía morir. Estaban ahora proyectadas en el techo todas, todas las que alguna vez pusieron sus libretos en mi mesa pidiéndome el papel de Julieta e inventando un balcón. ¡Y que talento! ¡Cuánta clase! ¡Cuánta vida y entrega pusieron algunas en su actuación!.
Ahora puedo aprovechar el monse y convencional San Valentín para revivir ese largo casting que ha sido mi vida amorosa. Todas las tretas, mañas, floros, inventos, recursos que me (y que las) movían para conseguir objetivos de cópula y arrumaco y como estos variaban con los años. Es el mejor 14 de febrero. Aquel que inicié solo y que terminé al final con todas las que alguna vez quise, echadas a mi lado, apapachándose orgiásticamente en mis recuerdos. La soledad de hoy no es más que una autoexclusión finalmente. Un autoexilio momentáneo, devolución de mi pasaporte y see you later República Dependiente de Cursilandia. Manda fruta.
Etiquetas: Anticucho, San Valentín
1 Comments:
No nací con el don de tener que reflejar ciertos sentimientos en días predeterminados. ¿Por qué abrazar a mi madre o darle un obsequio cada segundo domingo de mayo?
Lo mismo sucede con el dichoso día de los enamorados. ¿Por qué ir al cine, al telo o a comer ese día, qué pasa con las parejas los otros 364 días del año?
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