El resto…es silencio
Ha sido muy difícil empezar este obituario tardío para quien fuera uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. Ha sido muy difícil empezar porque lo más consecuente sería no rendirle un lejano tributo con palabras, sino con mi silencio. Ese silencio que lo hizo grande, magistral y definitivo entre virtuosos de distintos rubros. Fue difícil también porque hace unos días escribí sobre la muerte de la que quizás fue la voz más grande de todos los tiempos y hoy me refiero a quien no necesitó la voz para ser genial. Tanto así, que se dijo muchas veces que su personaje emblemático, Bip, "lograba en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logran en volúmenes".
Hoy, Marcel Marceau ya no está más entre nosotros, aunque siempre estuvo más allá de nosotros. Hoy esa flor roja, ese carácter frágil de la vida que llevaba siempre entre las manos, ese maquillaje blanco y su aire de payaso legendario, han pasado a convertirse en patente de un arte que quizá muera con él, el mimo. “Bip es un Quijote que se bate con los molinos de la vida actual”, dijo alguna vez el mismo Marcel de su personaje. Porque sí, porque el creador no era una fantasía interactiva en cine mudo, era tan humano como nosotros, como aquellos quienes necesitan los gritos para llamar la atención, esos para los que los silencios más trascendentes no significan nada. Para él significaban todo, y por la misma sensibilidad que uno puede apreciar aún en los videos que quedan de sus actuaciones, queda en evidencia cuán humano era. Quizás más que nosotros y quizás por ello la velocidad de su espíritu indomable decidió prescindir del freno que impone la palabra, colocando en sus gestos, en el camino que sus manos recorrían en el paisaje minimalista que su imaginación proponía durante sus performances, en ese traje a rayas que no lo hacía prisionero, sino lo liberaba, su mensaje para el mundo.
Dando vueltas por la Internet, más allá de priorizar aquellos datos biográficos que nunca se mencionan durante la vida, sino póstumamente, consideré que una anécdota en especial lo simplifica y lo exalta, al mismo tiempo, como hombre. Porque cuando dos personajes se encuentran chocan dos mundos y no siempre colapsan ellos, sino hacen colapsar a los testigos y su entorno, de muchas formas imaginables, exteriores e interiores. Y cuando Bip y Charlot se encontraron, Marcel Marceau y Charlie Chaplin, crearon un universo nuevo en ese espacio. Aquí lo cuenta Marcel: “Roger Vadim estaba rodando Barbarella y me pidió que hiciera un papel. Fui al aeropuerto de Orly con dos periodistas camino al rodaje. Vi a Charlot con cinco de sus nietos. Para mí, era un dios. Yo no sabía si me conocía. Hablamos largo rato y los dos imitamos a Charlot. Fue formidable. Cómo lamento haber dicho a los fotógrafos que no me acompañaran, pero no quería que Chaplin pensara que quería hacerme promoción a su cuenta. Al final, le dije que no podía expresar con palabras lo que sentía por él porque yo todo lo expreso sin palabras. Así que cogí su mano y se la besé. Y a él se le llenaron los ojos de lágrimas. Charlot estaba casi olvidado en 1967. Los niños no le pedían autógrafos. Llevaba años que no hacía películas. Yo representé a todos los cómicos que le rendían homenaje. Para mí es un recuerdo inolvidable.”
Fue difícil comenzar este post acerca de este hombre/mimo que llegó al silencio rotundo este último sábado y es más difícil aún continuarlo después de esta historia. Probablemente, lo más encantador sería enfundarse el traje de Bip, apagar las luces, ponerse el dedito índice en la boca cual enfermera solicitando silencio y proceder a iniciar el largo camino en que la oruga se transforma en mariposa, o mejor dicho, en que la palabra se vuelve silencio.
“La gente me dice que mi silencio hace bien. Cuando empecé hace 50 años la gente me decía cómo se va escuchar su silencio en medio de los ruidos del mundo. Yo respondía, no es un silencio, son los gritos del silencio. Hay una musicalidad incluso en el silencio. La poesía del gesto crea una musicalidad en el alma del público”.
Marcel Marceau
Sus funerales tuvieron lugar este miércoles en el cementerio parisino Pere Lachaise, en presencia de unas 300 personas. Sin embargo, somos miles quienes lo extrañaremos, entre los que estamos aún y los que están por venir, porque su arte se heredará, como el silencio es herencia del viento.
Etiquetas: Marcel Marceau, mimo
1 Comments:
si tan sòlo pudieramos expresar con palabras lo que nos ofrecìan sus gestos...creo que Marcel era de aquellos pocos que pincelan el mundo con bondad y belleza.
Otro genio para extrañar.
pd: Diosito ya no te lleves tanto "buena onda" tan seguido peeeeee
Gracias x escribir pastelo lindo!!!!
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