Él era un gordo bueno
Che bella cosa na jurnata 'e sole!...
N'aria serena doppo a na tempesta...
Pe' ll'aria fresca pare giá na festa...
Che bella cosa na jurnata 'e sole!...
(Qué bella cosa es un día de sol
Un aire sereno después de una tormenta
Por el aire fresco parece una fiesta
Qué bella cosa es un día de sol)
Cuando se habla del mejor grupo de rock de la historia, muchos escogen a los Beatles y otros a los Rolling Stones. Cuando se hace referencia a la mujer más bella del mundo, algunos escogen a Mónica Bellucci y otros a Scarlett Johansson. Cuando de fútbol se trata, para unos el mejor es Ronaldinho, para otros Kaká. Cuando no queda ningún resquicio de polémica es cuando se habla de la mejor voz de la ópera contemporánea. Si bien es innegable que Plácido Domingo y José Carreras fueron sus ideales lugartenientes, Luciano Pavarotti se lleva la corona por unanimidad. En ese sentido, queda claro que para la lírica, el siglo XX comienza con Enrico Caruso y termina con el divo italiano.
Algunos puristas criticarán la cercanía que el tenor empezó a tener con la música pop desde los años 90, pero esos mismos tendrán que aceptar que, gracias a eso, hay más amantes de la ópera en los más insospechados confines del mundo. Más aún hoy, cuando el ciudadano italiano más célebre del planeta abandonó por completo su cuerpo para convertirse plenamente en una voz que surcará los vientos por la eternidad.
Cuando un 12 de octubre de 1935, vino al mundo en Módena, Italia, un pequeño y rollizo niño, pocos imaginaron que la garganta que profería interminables berridos y agúes, pronto se convertiría en la más cotizada del mundo y envolvería a los mortales con su canto. Los detalles biográficos de sus éxitos en los años subsiguientes son casi incontables, tanto como la universalización de su nombre e imagen o las interminables ovaciones que recibió en vida, que incluyen un récord Guiness, tras haber sido aplaudido durante más de una hora al final de un recital en la Ópera de Berlín en 1988.
Si bien es cierto que Pavarotti consolidó su fama y prestigio en los años 70, para muchos en estas latitudes no fue un rostro conocido sino hasta más de 20 años después, cuando sus colaboraciones con José Carreras y Plácido Domingo para cantar en los mundiales de fútbol de Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998, lo llevaron a la cumbre de la popularidad universal.
En 1995, Lima se vio sorprendida por el arribo de quien fue conocido como “El tenor de los pobres”. Un concierto multitudinario en el Jockey Club (con entradas desde 5 dólares) quedaría para la historia. Nunca antes se había aplaudido por igual desde las butacas VIP y los establos.
Pero la vida de Luciano Pavarotti no era solo ópera. Era también un amante del fútbol y un convicto y confeso hincha de la Juventus de Turín. Amaba la pintura y colaboraba con múltiples obras benéficas, una de las cuales lo llevó a celebrar en reiteradas ocasiones sus famosos recitales “Pavarotti and friends”, en los que cantó con figuras tan diversas como Bono, Eros Ramazotti, Bryan Adams, Mike Oldfield, Lou Reed, Eric Clapton o Elton John.
Aquellos que disfrutaron su voz, la música, la interpretación, el alma que este hombre afable, rellenito y carismático ponía en cada tema, saben que hoy no se ha ido solo un cantante más. Saben que cuando se recuerde su memoria, no deberá pedirse un minuto de silencio, sino horas y horas de arias interminables y transfusiones de ópera para darle vida a una sangre que pedirá vibrar con Torna a surriento, Nessun dorma, O sole mío o La donna e Móbile.
De todos quienes se han despedido hasta ahora del inolvidable Luciano Pavarotti, guardo la frase del tenor francés Roberto Alagna: 'Si ser tenor es una religión, él era el Mesías. Nos mostró el camino'.
1 Comments:
Siempre voy a tener presente el Nessun Dorma de Pavarotti en la más perfecta escena de angustia y pena, ira, indignaciòn de la película "los Gritos del Silencio". Recomendada totalmente la concentración desde el momento en que el gran tenor empieza a proclamar "Nessun Dorma!, Nessun Dorma"
Maravillosa voz, es toda una lástima su partida. Lo que más me apena es saber que la muerte no lo dejó cantar una vecesita más, como él añoró.
Adiós a un grande
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