CON EL CAÑÓN EN LA BOCA

Un espacio para el desahogo, para el ahogo, para la soledad, para la compañía, para perder el control y retomarlo, para perderse completo y reencontrarse a medias, para ser un personaje y ser el autor al mismo tiempo, para gritar desaforado todos los silencios.

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Nombre: Ricardo Hinojosa Lizárraga
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

Comienzo esto a la edad en que otros han terminado todo lo que les quedaba por hacer en vida: Hendrix, Morrison, Janis, Cobain. Que poco pueden parecer a veces 27, cuanto pueden significar en otras ocasiones. Fuera de eso, ya cumplí con los rituales del colegio y la universidad, el de los vanos intentos de socialización, el de la escuela de vida que te prepara para saber adonde no volver, o como extraviarte totalmente en la búsqueda de ser individual y no borrego de modas y antojos circunstanciales. Aunque, a pesar de eso, prosiga ahora como todos, como uno más, ganándome el pan y trabajando, cumpliendo protocolos y horarios, aunque prefiera quedarme en casa, escribir según mi ánimo, darle curso al onanismo (el mental y todos sus hermanos), almorzar cuando no toque, escupir al cielo eventualmente o sencillamente chasquear los dedos frente al público y hacer mi gran desaparición. A pesar de todo eso, estoy aquí, sacando bien, siempre con el cañón en la boca, tentando el número final que me haga perenne.

agosto 25, 2009

Tan calaveras y tan diablitos


Rebotaban del suelo a ritmo de ska cuando otros cantaban no quererlo más; experimentaron con el jazz mientras el público esperaba pachanga; salsearon con Blades, vaciaron vasos con Celia Cruz y fueron los genios del dub, de la cumbia, del reggae e incluso del son, hasta que se separaron en el 2002. Hoy, 7 años después, vienen a Lima dispuestos a demostrar que la canción que es valiente, es canción para siempre. Será porque tienen el secreto para que el silencio se convierta en carnaval.




Por: Ricardo Hinojosa Lizárraga




Poco más de 20 días después que en Londres se formara Pink Floyd y casi un mes antes de la fecha en que se supone Dylan les diera por primera vez un poco de hierba a los Beatles, el Hospital Italiano de Buenos Aires era alborotado por el nada musical ni volátil nacimiento de dos peladitos bocones: Gabriel Julio y Flavio Oscar, que nacieron con 48 casuales horas de diferencia en ese julio del 64, hijo de una época que inspiró a tantos. Las enfermeras que sufrieron envolviendo en pañales sus primeros berridos, no imaginaban las alegrías rítmicas con que ellos y su banda de talentosos amigotes envolverían a miles años más tarde. Silencio, hospital, el verdadero carnaval acaba de comenzar.



Yo te avisé, y vos no me escuchaste

El lugar tenía un lleno total, gracias a la expectativa que estaba causando una bandita devota de Madness y The Clash acostumbrada a tocar en pequeños sitios. “Señoras y señores, con ustedes, ¡¡Los fabulosos Cadillacs!!”. Tras los aplausos de rigor y la posterior tocada, aquel presentador de circuito undergound bonaerense no sospechó jamás que su adjetivo estaba sumándose desde ese mismo instante y para siempre a Cadillacs 57, el nombre que hasta esa noche tuvo la banda liderada por Gabriel Fernández Capello y Flavio Cianciarullo. Según una entrevista publicada en Rolling Stone, en una de aquellas noches de joda de músicos amateurs producida en ese tiempo, algún quemado del grupo remedó a Verónica Castro en El derecho de nacer, y otro, más quemado aún, recordó al personaje Albertico Limonta. Bromas buenas iban, chongos malos venían, y con el humo que no se detenía, Gabriel terminó bautizado como Vicentico. Felizmente para el mundo, tras aprender a colocar extraños apelativos, los ya Fabulosos dominaron el fino arte de alterar las masas y la seductora locura de escribir canciones. Bares y Fondas, de 1986, fue el disco que le dio a la Argentina una alegría paralela a las que ya le daba Maradona. Después de todo, el Pibe de Oro necesitaba otros 10 para vencer en una cancha, y los Fabulosos Cadillacs eran una selección de apenas 9: Vicentico (voz y guitarra), Flavio Cianciarulo, alias Sr. Flavio (bajo), Sergei Itzcowick (trompeta), Sergio Rotman (saxofón alto), Luciano Giugno, alias Luciano Jr. (percusión), Mario Siperman (teclado), Anibal Rigozzi (guitarra), Fernando Gabriel Ricciardi (batería) y Naco Goldfinger (saxofón tenor). Después de las brillantes campañas en los distintos estadios del ritmo, conseguidas gracias a discos como Yo te avisé (1987), El ritmo mundial (1988), El satánico Dr. Cadillac (1989) y el Volumen 5 (1990), estos muchachos demostraron que la Copa de la Vida podía ser toda suya.







¿Yupi pa ti yupi pa mi?

Para 1991, los Cadillacs ya habían causado sensación con Yo no me sentaría en tu mesa, Mi novia se cayó en un pozo ciego, el cover de The Clash Revolution rock y Vasos vacíos, que para Vicentico fue “una canción lindísima que tiene un toque mucho más romántico al ser cantada a dúo con Celia Cruz”. Sin embargo, empezaba a notarse una peculiaridad que se reforzaría en los años siguientes: el público bailaba las canciones y, aunque podía cantarlas a gritos, se olvidaba del verdadero significado de sus letras. Eso sucedió, por ejemplo, con la crítica social de temas como El genio del dub y el Satánico Dr. Cadillac, otros éxitos de esa etapa. Tras alcanzar lo que para muchos entendidos fue el primer pico creativo del grupo con el Volumen 5 y, más precisamente, con Demasiada presión, las cosas cambiaron un poco. Este tema fue el primero que los músicos consideraron de un excelente nivel. Sin embargo, tras el punto alto de la composición de Vicentico, llegaron los problemas económicos y la disquera empezó a presionar en busca de hits. Los músicos, en lugar de mandar todo a la Gran M, pasaron saliva, agarraron valor y entonaron un watanegui consup bien sonoro, seguido del inextirpable Yupi pa ti yupi pa mi, tras lo cual perpetraron su propia versión de ese clásico de la Banda Blanca, gastronómicamente bautizado como Sopa de caracol….hey!! "No sé lo que estábamos pensando, para ese tiempo estábamos harto mal de la cabeza”, aseguró Vicentico sobre este exabrupto. La mayoría considera aquel momento como el más bajo en la carrera de la banda, con ideas que parecieron llegar a un punto de saturación. Tras algunos cambios en sus integrantes, la inspiración pareció volver muy bien acompañada por éxitos radiales y de discotecas con canciones que, irónicamente y como ya mencionamos, contenían interesantes letras, a las que no se les prestaba suficiente atención. Ejemplos hay varios: El León (queridos enemigos de siempre/ hoy dejo este mundo de dolor/nunca se olviden/que el llanto de la gente/va hacia el mar), o Carnaval toda la vida (Y se va pasando el tiempo/y que la vida se te va/solo te pido que vuelvas de verdad/y que el silencio/se convierta en carnaval), ambas del espectacular disco El León, de 1992. En el 93 llegaría el recopilatorio Vasos vacíos, que incluía los inéditos Matador y V Centenario. Justamente, el video del primero de estos temas ganaría un premio MTV, intensificando la fama de la banda y, cómo no, sus alegres desbandes sobre escenarios de todo el continente. El 95 trajo consigo al Rey Azúcar, influenciado por lecturas de Eduardo Galeano, como la que da título a uno de los mejores temas del disco: Las venas abiertas de América Latina. Ese disco también incluyó un hit que contó con la colaboración del ex The Clash Mick Jones: Mal Bicho (Es malo tu destino/¿que marcó tu camino?/la canción que es valiente /es canción para siempre), y la estupenda participación de la vocalista de Blondie, Deborah Harry, en el delicioso cover beatle Strawberry fields forever. Los Cadillacs habían cumplido 10 años integrando en sus canciones los mensajes e ideales de una América Latina que quería llorar y bailar al mismo tiempo.



Cuando comienza a irse el sol y la cerveza ya se empieza a acabar...

El 96 los Cadillacs empezaron las giras por Europa de una manera muy singular. Por ejemplo, en el St. Gallen Festival, en Suiza, un gran concierto al aire libre donde no solo compartieron escenario con grandes como Cypress Hil, o Sex Pistols, sino que se dieron el lujo de cerrar el evento tras la participación de Red Hot Chili Peppers. Aunque no lo crean, Flea y Anthony Kiedis telonearon a Vicentico, Flavio y compañía, quienes probaron que siguiendo la luna se llega bien lejos.

Para ese entonces se producen nuevos cambios en la banda. Anibal "Vaino" Rigozzi pasa a la producción del grupo y la posta en la guitarra la toma Ariel Sanzo, “Minimal”, quien se encargaría de darle un nuevo espectro sonoro a las siguientes producciones de la banda, destacando el trabajo realizado en Fabulosos Calavera, de 1997. El hit radial fue sin duda Calaveras y diablitos, pero también destacan la composición a dúo con Rubén Blades, Hoy lloré canción y los tributos a dos ídolos de la banda: Astor Piazzola y Ernesto Sábato, en dos temas con nombre propio. Con este álbum obtienen el primer premio Grammy para una banda Latinoamericana en 1998. Según diversas fuentes es en esta etapa cuando empieza a resquebrajarse la unidad de la banda, cuando comienza a irse el sol y la cerveza ya se empieza a acabar. Una de las más significativas salidas fue la del saxofonista Sergio Rotman, compositor de temas como Siguiendo la luna o Amnesia. Él mismo se encargó de dar señas sobre su salida: “Yo creo que en una época el grupo funcionó realmente como una unidad imbatible, era intocable. Tocábamos en donde sea y la gente salía extasiada. Pero, a la vez, había gente adentro con mal corazón. No digo que fueran necesariamente los músicos, pero hubo un momento que estaba todo muy bien y después había mucho de querer sacar provecho y caretear para cagar al otro”. No cabe duda que el tiempo pasa pronto y todo tiene su final…



A pesar de todo, al grupo le alcanzaron las fuerzas para editar un estupendo álbum en estudio que, fuera de las recopilaciones y los “Hola” y “Chau” grabados en vivo, se convierte en su último trabajo conjunto de composición, hasta este año. La marcha del golazo solitario saldría en 1999, y mostraría la evolución musical de una agrupación que había heredado a dos generaciones la mitología de sus letras e himnos quilomberos. Pero esa mitología era una hidra de varias cabezas, cada una de las cuales quería escribir su propia historia. Tras unos años de gira y una separación que pareció temporal, los Cadillacs dieron su último concierto el 14 de mayo del 2002 en el Acapulco fest, en México. A pesar que sería Vicentico quien más acaparara la atención posterior de los medios con sus discos solistas, casi todos los ex integrantes del grupo iniciaron algún proyecto en solitario. Al fin y al cabo la vida es para gozarla, la vida es para sentirse mejor.



¿Ahora somos más hermanos que antes?

Si bien ya habían diversos rumores sobre una reunión de la banda desde días previos al fallecimiento del percusionista Gerardo “Toto” Roblat -a causa de un edema pulmonar- en abril de este año, esa tristeza fue sin duda un detonante decisivo. Lo cierto es que, tras el celebrado retorno de Soda Stereo, este es el único evento comparable en magnitud y en trascendencia, aunque sus propuestas sean diametralmente opuestas: Soda puede poner a un estadio lleno en trance; los Cadillacs pueden volverlo loco. Total, en la vida todos queremos tocar el cielo…



agosto 14, 2009

High High hippies


Cuenta la leyenda que una vez, hace 40 años, el mundo dejó de girar y se sentó a disfrutar de paz, amor y música durante 3 días. El 15, 16 y 17 de agosto de 1969, casi medio millón de personas reunieron sus historias en un solo lugar, para escribir una historia común, llamada Woodstock Festival. En el impresionante escenario de una granja neoyorquina, izando melenas, porros y flores, una generación salpicó de batik al establishment y le obsequió al futuro una postal de esperanza. Estos son algunos de los personajes que hicieron posible que el aplauso y la buena onda sonaran más fuerte que los bombardeos en Vietnam.




Por: Ricardo Hinojosa Lizárraga




“Esta noche cantaremos un millón de canciones. Todas son canciones sobre lo mismo. Espero que sea lo que vinieron a escuchar. En verdad todas son canciones sobre ustedes, nosotros y todos los que están en el escenario y en camino. Mañana habrá gente que leerá sobre esto y sabrá lo maravillosos que estuvieron ustedes. El mundo entero sabrá lo grandioso que es esto”. Eran poco más de las 5 de la tarde del viernes 15 de agosto de 1969 y Richie Havens tomaba el micrófono. Guitarra en mano, túnica conmovida y con ritmo proveniente de sus sandalias franciscanas, parecía un moreno gurú que al grito de “¡Freedom!” evangelizaba a la multitud, recordándoles que si bien el hombre había conquistado la luna hacía solo un mes, esos 3 días serían otras energías cósmicas las que conquistarían a los más de 400 mil feligreses del rock que llegaron hasta allí. El Festival de Música y Arte de Woodstock había comenzado.




Los 4 fantásticos

”Esta generación se está separando de las generaciones antiguas y de la cultura antigua, miren como están unidos, sin policías, sin armas y sin problemas. Todos unidos, ayudándose los unos a los otros. Está funcionando. No importa lo que pase después. Esto ha funcionado. Esto es posible. Este acontecimiento es prueba de nuestra unidad”. Son palabras dichas durante el festival por Michael Lang. Lang descrito como un “alegre duende cósmico con pelo largo y rizado”, tenía 24 años cuando buscó a Artie Kornfeld, - que a sus 26 años tenía ya un lustro ocupando el cargo de vicepresidente de Capitol Records-, se hizo amigo suyo y le manifestó la idea de hacer un festival en grande. El alegre duende ya había realizado el Festival Pop de Miami, de dos días de duración, con 40 mil felices asistentes, así que se sentía capaz de tomar el riesgo. Pero la posibilidad solo se concretó después de armar algunos porros, comentar unos pocos sueños, darle un vistazo al diario y encontrar un aviso que decía: "Jóvenes con capital ilimitado en búsqueda de interesantes propuestas de negocios y legítimas inversiones". De inmediato se pusieron en contacto con John P. Roberts (el único fallecido hasta hoy) y Joel Rosenman, también de 26 y 24 años, autores del tentador aviso. Si bien es cierto que los planes iniciales incluían montar un estudio de grabación, el lugar deseado para hacerlo realidad siempre fue Woodstock. Sin embargo, algunos problemas con las autoridades del lugar los hicieron mudar el evento a Bethel. Bíblico nombre para el pueblo que abrigaría un evento que ninguna profecía podría haber vaticinado, pues las 50 mil personas que esperaban se multiplicaron casi por diez. Así lo vio Artie Kornfeld, uno de los cuatro gestores de la cita: “¡El cambio que ha sucedido en mi en los últimos 3 días! ¡En los últimos 3 millones de años yo he… -“¿De qué cambio habla?, lo interrumpe un entrevistador- “De ver, de darse cuenta de lo importante. Si no podemos vivir juntos y felices, si tenemos miedo de pasear en la calle o sonreírle a alguien, ¿qué clase de vida es esa?”




Mad Max

“Ustedes han demostrado al mundo que medio millón de jóvenes se pueden reunir y tener tres días de diversión y música y no tener más nada que diversión y música y que Dios los bendiga por eso”. La multitud aplaudió como si se tratara de la mayor de las estrellas del evento. Pero no. ¿O sí? Era un señor con pinta de buen vecino, llamado Max Yasgur. Él era el dueño de la granja de 600 acres donde se estaba llevando a cabo el festival. Su convincente hijo Sam lo hizo sobreponerse a la negativa y amenazas del pueblo y alquilar el lugar, por lo que los organizadores decidieron darle la oportunidad de dirigirse al público. Como se desprende de sus palabras, su buena onda fue conmovedora. Según cuenta una de esas anécdotas que en 40 años han surgido sobre todo lo relacionado a esos días inolvidables, Max Yasgur viajó a Israel cerca de dos años después del festival y tuvo la oportunidad de conocer al primer ministro, David Ben-Gurion. Ben-Gurion saludaba a los invitados uno por uno. Entonces, fue su turno. Max le dijo a Ben-Gurion, 'Yo soy Max Yasgur de Bethel' y Ben-Gurion estrechó su mano y dijo, 'Ah sí, donde fue el festival de Woodstock, ¿No es así?'. El sencillo granjero y productor de leche también fue homenajeado por artistas como Mountain, en la canción For Yasgur´s farm, y Joni Mitchell, en su tema Woodstock. Curiosamente, Joni Mitchell no asistió al festival por una extraña decisión de su agente. Gracias a Woodstock el buen Max gozó de mucha popularidad posterior, aunque murió de un infarto apenas 4 años después, en 1973. Una hermosa placa colocada en el lugar, que mantiene hoy su misma apariencia bucólica, recuerda esos 3 días que cambiaron al mundo.




Buscando un símbolo de paz

A estas alturas no hay nadie que no conozca el símbolo del festival, una paloma blanca sentada sobre el mango de una guitarra. El autor de tan mítica imagen fue el artista Arnold Skolnick. Los 4 promotores pensaban que sería importante mencionar reiterativamente la palabra “paz” en la promoción del evento, considerando que, sin duda, sería escenario de distintas manifestaciones, tanto del público como entre los artistas, contra la Guerra de Vietnam. Entonces, le comentaron la idea a Skolnick. La paloma de Woodstock es realmente una Catbird (Dumetella carolinensis), originalmente posada sobre una flauta. Según contó el artista hace varios años a la Rolling Stone, él estaba en su refugio de Long Island dibujando Catbirds todo el tiempo."Primero lo senté sobre una flauta. Me la pasaba escuchando jazz en ese tiempo, y supongo que por eso lo hice. Lo senté sobre una flauta por un día, y finalmente terminé por ponerlo sobre una guitarra". Así se gestó uno de los símbolos más reconocibles de la historia del rock.




Música, maestro

“Estados Unidos es un país muy poderoso. Recientemente, en el oriente, el nieto del gran Mahatma Gandhi me preguntó ¿Qué está pasando en Estados Unidos? Le dije, 'El país se está completando. Ha ayudado al mundo entero en la esfera material. Llegó el momento de que ayude al mundo en la esfera espiritual”. Quien se dirigió a la multitud con esas palabras, pocos minutos después de la emocionante performance de Richie Havens, fue Sri Swami Satchidananda (también conocido como Sri Gurudev). Aparece en el documental del festival, contemplando incrédulo a una masa de jóvenes americanos que él imaginaba con corbatas, formalidades y cabellos cortos. Sri Gurudev está considerado como uno de los maestros de yoga más venerados del siglo XX. Muchos lo veían como un apóstol de la paz, y un ejemplo vivo de las enseñanzas de auto-realización oriental. Por eso, fue considerado para dar la bendición inicial al festival. Falleció casi a los 90 años, en el 2002.




Sin rebelión en la granja

“Me llamo Hugh Romney de “La Granja de los cerdos”. Yo no creo en la posibilidad de un mal viaje ácido. Los llamamos “viajes extraviados”. Después de media hora convertimos a nuestros pacientes en médicos para que ayuden a los otros que tomaron demasiado. Algunos dicen que el ácido malo es veneno. No es verdad, es sólo ácido mal fabricado. No crean que se tomaron veneno. Si quieren experimentar, tómense media tableta nada más. ¿OK?, Gracias” Hugh, hoy de 73 años y también conocido como Wavy Gravy (apodo que, según dicen, le puso B.B King), es un activista por la paz y ecologista, “payaso oficial” de Grateful Dead y líder de la “Granja de los cerdos”, un colectivo, convertido luego en comuna, que se encargó de la seguridad y alimentación de los asistentes al festival. Esos 3 días llamó a su equipo la “Please Force”, en referencia a sus peculiares tácticas para mantener el orden (“por favor no hagas esto, mejor haz esto otro”). Interrogado por los periodistas sobre qué tipo de herramientas pretendía usar para evitar el caos durante el evento, su respuesta instantánea fue "Tartas de crema y botellas de champán". “Todos somos la misma persona intentando darnos la mano con nosotros mismos”, afirmó alguna vez.




Documental fundamental

Tenía solo 27 años pero ya había ganado cierto prestigio como camarógrafo, director de fotografía y director de cine independiente, pero Michael Wadleigh, que no era egresado de cine sino médico cirujano, no sabía que estaba por llegarle la oportunidad de su vida. Años antes había filmado a personajes como Martin Luther King, al senador Bobby Kennedy y a George McGovern (perdedor frente a Nixon de las elecciones presidenciales en 1968) hablando a los americanos en plena campaña. Los organizadores del festival lo contactaron para realizar el documental sobre el evento y luego cerraron un acuerdo con la Warner para distribuir el filme y obtener las ganancias que el festival, gratis desde sus primeras 24 horas, no les daría. Entre sus principales colaboradores estuvieron Martin Scorsese y Thelma Schoonmaker, hoy fiel editora de los filmes del director de Buenos Muchachos. El documental Woodstock, 3 days of peace & music, obtuvo un Oscar en su categoría y sirvió como inmejorable testimonio del mayor evento musical de la historia.




Humor ácido

“Interpreten como quieran el siguiente aviso: El ácido color café que está circulando no es bueno. Le sugerimos que lo eviten si es posible. Por favor, estén alerta”. La singular advertencia era comprensible en tiempos en los que reinaba la sicodelia y el consumo de diversas sustancias era el común denominador de aquella generación. Se dice que el 90% de asistentes a Woodstock fumó hierba y que un porcentaje importante también consumió LSD. No es de extrañar, considerando que el cartón de ácido costaba solo 4 dólares (y el paquete de 30 gramos de ganya costaba $15, según la Rolling Stone). Chip Monck, responsable del aviso que buscaba evitarles malos trips a muchos jóvenes, fue el maestro de ceremonias oficial del festival. Presentó a cada uno de los artistas y entre sus labores estuvo, incluso, anunciar uno de los dos partos que ocurrieron. Hoy cuenta con 70 años y es conocido como el David W. Griffith de los escenarios o “El abuelo de las producciones de rock and roll”. Además, participó decisivamente en la iluminación y el diseño de escenario para el mismo Woodstock, el Monterey Pop Festival, tours de The Rolling Stones y poco después, el Concierto por Bangladesh.




La cámara sin los horrores

“Creo que lo que más me cambio tras esos 3 días, fue el darme cuenta de que había mucha gente que, como yo, creía en la paz y el amor, que ya vivían en comunidades. Woodstock tuvo el mérito de juntarlos, y eso se transformó en una extensión de mi vida, fue extender la manera en la que yo quería vivir. Woodstock no fue sexo, drogas y rock and roll, como lo han tratado de presentar. Woodstock era paz y amor y eso nos marcó a todos”. Dejando un momento el lente de su cámara en silencio, Elliot Landy tomó la palabra y dijo esa significativa frase en declaraciones brindadas este año al diario El Mercurio, de Chile. Landy fue el fotógrafo oficial del festival y quien se acercó, como nadie, a quienes todos querían acercarse: Janis Joplin, Grace Slick, Jimi Hendrix, etc. A través de sus ojos se coronó el sueño hippie.




Día 1: Desde la tarde del 15 de agosto

Después de las visionarias palabras de Havens y de la bendición de Sri Gurudev, fue Country Joe McDonald quien se apoderaría del escenario. “Give me and F”, extracto coral del tema Fish Cheer, fue su grito de batalla más recordado, paso previo para deletrear un contundente y multitudinario FUCK, dedicado al gobierno de Nixon y a la Guerra de Vietnam. Luego aparecería el buenón de John Sebastian, Sweetwater (con su vocalista de 17 años, Nancy Levins, que poco después sufriría un accidente que la dejaría en coma por largo tiempo), Incredible String Band, Bert Sommer, Tim Hardin (que antes había andado ebrio por los camerinos), Ravi Shankar, Melanie (quien había buscado directamente a Michael Lang para que la invite al evento a cantar su emblemática “Beautiful people”), Arlo Guthrie (hijo del mítico Woody Guthrie), y Joan Baez, que estaba en cinta y le dedicó una canción a su esposo, David Víctor Harris, encarcelado por negarse a combatir en Vietnam. El 15 de agosto fue el día destinado a la música folk, porque los helicópteros que tuvieron que llevar a los artistas (dado el impresionante atoro de tráfico que se vivía en los caminos de acceso) solo permitía actos de una sola o de pocas personas.

Día 2. Desde el mediodía del sábado 16 de agosto

Mientras las bandas Quills y Keef Hartley Band ponían a tono al público, un joven Carlos Santana se inyectaba una fuerte dosis de heroína. El famoso productor Bill Graham había intercedido para que él y su emergente banda de sonido latino estuvieran presentes, pero Carlitos pensó que tocarían recién horas más tarde. Como él mismo ha contado en numerosas entrevistas, en medio de su pasuchi estado, fue llamado de emergencia al escenario y sólo atinó a pedir ayuda divina para no equivocarse. Lo que lograron tanto él como sus músicos (donde destacaba el baterista Michael Shrieve, de solo 19 años, el más joven en tocar en Woodstock junto a Nancy Levin) fue una performance considerada entre las mejores en vivo del siglo XX. Luego aparecerían en escena Canned Heat, Mountain, Janis Joplin (también en heroína y con una botella de whisky en la mano derecha. Moriría poco más de un año después), Sly & The Family Stone, Grateful Dead (aunque su líder, Jerry García, era una eminente figura de la contracultura, admitió tiempo después que aquella fue la peor actuación de la banda, por haber estado “muy drogados”), C.C Revival y una extraordinaria y portentosa The Who, que hizo el set más largo del festival, con 24 temas. También fue famosa la interrupción durante esta tocada del activista político Abbie Hoffmann, quien quería denunciar la prisión de otro activista, John Sinclair, pero fue sacado del escenario por Pete Townshend a golpe de guitarra. La jornada musical, que se prolongó durante toda la madrugada, fue sellada por Jefferson Airplane y la famosa frase de Grace Slick “morning maniac music”, desde las 8 de la mañana del domingo 17.

Día 3: Desde las 2pm del domingo 17 de agosto, hasta el mediodía del lunes 18

Antes de la tormenta que hiciera que el festival se suspendiera por algunas horas (según no pocos paranoicos, la tormenta era obra de los militares norteamericanos, para arruinar un evento eminentemente pacifista. Pero lo cierto es que el ejército participó activamente en alimentar y vestir a todos los que podían, así como en trasladar a los músicos para que llegaran al concierto, ironías aparte) fue Joe Cocker el que incendió a la multitud desde el corazón de batik que vestía su garganta, agitando sus manos al compás de una guitarra imaginaria. With a Little help from my friends, escrita por Lennon y McCartney, se convirtió, gracias a él, en todo un himno generacional y en el tema más representativo del festival. Antes de eso, Cocker había cantado, como máximo, para 300 personas. Luego fue el turno de Ten Years After, The Band, Blood, Sweat & Tears, Jhonny Winter, Crosby, Stills, Nash & Young (quienes, aunque eran ya artistas reconocidos por haber integrado otras bandas, era la segunda vez que se presentaban juntos en vivo), Paul Butterfield Blues Band y Sha-na-na. El cierre, a las 9 de la mañana del lunes 18, fue para Jimi Hendrix y su guitarra Fender Stratocaster blanca. Nunca nadie había bombardeado a un pueblo con un instrumento musical, hasta que Jimi lanzó los misiles del himno norteamericano, Star-spangled banner, que sonaba como confundido entre las explosiones de un Vietnam remoto, pero presente y cercano a la vez. El sueño había terminado.

¿No es más que un hasta luego?

Aunque el ex presidente norteamericano Ronald Reagan definiera a los hippies como “tipos con el pelo como Tarzán, que caminan como Jane y que huelen como Chita”, lo cierto es que para muchos el movimiento hippie hizo más por el fin de Vietnam que todos los políticos americanos juntos. Woodstock fue la culminación de un proceso de movilizaciones mundiales en busca de un gran cambio, que incluía eventos como la trágica Matanza de Tlatelolco en México, el Mayo francés o la Primavera de Praga. Y a pesar de las colas, la falta de servicios higiénicos, las aglomeraciones de autos y la lluvia, gran parte de los asistentes, sin duda, sintió que encontró la respuesta definitiva a algo. Eso, a pesar de que un anónimo joven se mostrara escéptico en el documental. “Gente que está perdida ha venido aquí buscando alguna clase de respuesta que no existe. Tantos cientos de miles de personas no vinieron solamente a escuchar música. ¿La música es tan importante? No creo. La gente no sabe cómo vivir ni que hacer y creen que aquí encontrarán la solución”.

40 años después, ¿se puede decir que fue así?




Los que cancelaron

Según multitud de historias que pueden leerse en la red y en algunos medios de comunicación, estas habrían sido las razones por las que algunos importantes artistas de la época no tocaron en Woodstock.

Ώ The Jeff Beck Group se disolvió una semana antes del concierto.

Ώ Iron Butterfly se quedaron varados en el aeropuerto, esperando que los recogiera un helicóptero que nunca llegó.

Ώ Joni Mitchell no asistió pues su representante le aconsejó cancelar para aparecer en “The Dick Cavett Show”. Sin embargo David Crosby & Stephen Stills, así como Jefferson Airplane (presentes en Woodstock) también actuaron en dicho programa.

Ώ Los promotores contactaron a John Lennon, pidiendo que se presentaran los Beatles. Sin embargo, según Artie Konfeld declaró al diario El Mercurio, Lennon no quiso ir a Estados Unidos en ese momento por miedo a que el gobierno de Nixon lo fastidie por su pacifismo y su conocido consumo de marihuana.

Ώ Procol Harum estaban invitados, pero declinaron la oferta por terminar recientemente un extensor tour, y el nacimiento inminente del hijo de Robin Trower.

Ώ The Doors fueron considerados como posibles invitados, pero cancelaron a pocos días del festival. Contrariamente a la creencia popular, esto no se debió a alguna extravagancia de Jim Morrison. Su pánico y desagrado a cantar frente a grandes audiencias fue la razón. John Densmore, baterista de la banda, estuvo presente como espectador.

Ώ Led Zeppelin fue invitado a tocar, pero su representante, Peter Grant, se negó, aduciendo que ellso no podían ser solo otra banda en el cartel.

Ώ Jethro Tull rehusó presentarse, pues pensaron que el evento sería demasiado importante y ellos aún eran novatos entonces. No fue, considerando el look stonazo de su líder Ian Anderson, porque no quisieran involucrarse con “hippies cochinos”, como indicaba un rumor.

Ώ Bob Dylan conversó y fue directamente invitado a participar por Michael Lang, pero parece que decidió no hacerlo cuando su hijo cayó enfermo. También afirman que se mostró fastidiado por la cantidad de hippies acampando en su casa, cercana al sitio original del festival.


PUBLICADO EN LA EDICIÓN 23 DE LA REVISTA DEDOMEDIO-AGOSTO 2009